Estos días ando de vacaciones y mi actividad neuronal es la
misma que la de un Furby. Me doy cuenta de que en Mallorca no se vive tan mal y
que nos gusta quejarnos de vicio. Ya está todo el mundo esperando las fiestas de los orgullos
LGTB varios empezando por el de Palma, siguiendo por el de Madrid, pasando por
el Circuit de Barcelona y las más poderosas que irán a Amsterdam, Londres o
Miami. Y finalmente acabar casi muertas en Ibiza.
Las hormonadas ya han acabado de ciclarse y están ansiosas
por quitarse la camiseta a las mínimas de cambio, si por ellas fuese se
quitarían la camiseta incluso en bautizos, bodas y comuniones delante de toda
la familia y sudando el GHB incluso en la misa. Algunas seguimos de operación
Bikini pero de jamón y queso y es que otro año nos ha pillado el toro y nos
toca seguir siendo osas, ositas y osazas. El que no se consuela es porque no
quiere.
Está claro que hay que cuidarse pero existe el punto medio
entre ser una dejada o una vigoréxica clembuterolizada. Y luego están las feas
a las que no les vendría nada mal unos retoquitos en Corporación Dermoestética
y saber sacarse partido porque a veces por muy buen corazón que tengan no es suficiente y son
complicadas a la hora de mantenerles la mirada más de dos segundos.
1 comentario:
Yo soy fiel a la operación burkini. Cada año tengo el resultado esperado.
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