
De ser detenidos por escándalo público hemos pasado a poder
casarnos por todo lo alto pero no dejemos que nos doren la píldora
diciendo lo divinas y guapas que somos porque no podemos bajar la
guardia y es que siglos de paletismo y de maldad religiosa no se borran
de un plumazo. El orgullo es un arma que nos ha de servir para ir con la
cabeza bien alta y no dejar que nadie nos pisotee. Es algo que le
debemos a tantas personas que se han dejado la vida y el alma por el
camino luchando por nuestros derechos. Unos derechos que nadie nos ha
regalado, es algo que se ha conseguido con mucho esfuerzo y gracias al
sacrificio de muchos...y muchas.
Este año hemos aprendido que somos capaces de luchar no
sólo por nosotros, hemos descubierto que en lgTbi la T también es cosa
nuestra, que si hemos logrado que gays, lesbianas y bisexuales tengamos
los mismos derechos que los heterosexuales ahora nos toca luchar todos a
una para que l@s transexuales puedan vivir con dignidad e iguales que
l@s demás. Hemos descubierto que ante el odio nosotros somos más fuertes
y que ni un autobús cutre ni toda la Iglesia Católica van a poder con
el poder del amor, del respeto y de la tolerancia. Somos conscientes de
que debemos partirnos la cara por todas las personas LGTBI de Chechenia,
Siria, Arabia Saudí, Indonesia o cualquier otro país en donde no tienen
voz y además son agredidos, torturados y encarcelados...cuando no son
asesinados. La solidaridad no puede ser sólo local, ha de ser global y
mientras haya una sóla persona en el Mundo perseguida por su orientación
sexual o identidad de género no podremos bajar la guardia.
Nos queda mucho camino por recorrer y hemos demostrado que
cuando nos unimos somos invencibles. El poder del amor y de la razón es
infinito. Recordemos cada día que la lucha de uno es la lucha de todos y
que sólo así podremos sentirnos realmente orgullosos y orgullosas.
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