(Artículo publicado en www.ciutat.es ayer) Los señores del Instituto de Política Familiar de Baleares, junto
a otras asociaciones satélite, han convocado una manifestación “a favor
de la vida” para el próximo 23 de marzo en Palma.
Dicho así, sin más, suena hasta bien y cualquier persona decente
debería acudir a una manifestación presidida por dicho lema. Nada más
lejos de la realidad y es que lo que realmente quiere decir ese lema es
“en contra del derecho de la mujer a decidir”. Disfrazan su machismo
reaccionario con la defensa de los bebés no nacidos. Lo que realmente
les escuece a estos integristas católicos es que actualmente sean las
mujeres y sólo las mujeres las que deciden si quieren tener un hijo o
no. Lo que debería hacer el Gobierno es fomentar la natalidad, ayudar
económicamente a las madres que deciden tener a sus hijos y no recortar
en la Ley de Dependencia, pero nunca prohibir abortar a quién así lo
decida.
Agustín Buades siempre se ha caracterizado por ir en contra del
progreso y del respeto a los que son diferentes a él. Ya lo hizo cuando
se manifestó en contra del matrimonio homosexual diciendo que aquello
era una manifestación a favor de la familia…heterosexual, por supuesto.
Estas asociaciones suelen estar formadas por beatos disfrazados de
buenos cristianos que van de víctimas y en realidad son verdugos,
partidarios de la discriminación a los que son diferentes y, como no,
tratando a las mujeres como ciudadanas de segunda. Y si, además, son
lesbianas pues de tercera.
Por suerte estas asociaciones e individuos cada día representan a
menos gente y menos gente se siente representada por estos personajes
trasnochados e intolerantes que se aprovechan del altavoz de los medios
de comunicación para erigirse en portavoces de la mayoría. Si tan seguro
está el señor Buades de representar a tantos ciudadanos, ¿por qué no
crea un partido político y se presenta a las elecciones? Por más que le
duela, España ha cambiado a mejor en estos últimos 30 años y sólo espero
y deseo que la manifestación del próximo 23 de marzo sea un rotundo
fracaso y a ver si de una vez por todas este señor se da cuenta de que
su tiempo ya ha pasado y por suerte España es un país moderno, tolerante
y respetuoso con las mayorías y, por supuesto, con las minorías.
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